domingo, 19 de febrero de 2012

Llegaron los “dueños” de la paz

Los dueños de la paz son los que deciden qué significa esa palabra y también cuáles son las condiciones de tal manera que puedan imponerla, quieran o no quieran sus destinatarios. En el caso africano por no hacer un esfuerzo para comprender los motivos del conflicto, los “dueños” de la paz imponen una receta que funciona, eso todo el mundo lo sabe. Y la clave de este planteamiento no es la parte que hace referencia a la paz en sí misma, sino la que hace referencia a la imposición de unas medidas concretas (y a la vista de los resultados) equivocadas para alcanzarla.

El conflicto está profundamente arraigado en el imaginario occidental de África. Es un elemento fundamental de nuestros estereotipos desde los tiempos de la colonización que se empeñó en dibujar a los africanos como “salvajes”, como niños, lo que imponía la carga civilizadora que se pretendió dar a esa misión occidental, como explica Fernando Díaz Alpuente, politólogo y especialista en Relaciones Internacionales. En la charla que ofreció el 15 de febrero en el Centre Cívic Urgell dentro del ciclo de conferencias sobre política y economía africana que organiza el Centre d’Estudis Africans i Interculturals, su resumen  de la visión que se tiene las guerras en África no podía ser más clara: “El conflicto africano se presentan como cruento, porque es una violencia que no se entiende; inevitable, precisamente porque no se alcanzan a comprender su motivos; y ancestral”, ya que la única explicación (la más simplista y recurrente), entronca con las explicaciones tribalistas.

Así, en distintos momentos históricos se han impuesto corrientes distintas, según la explicación de Díaz Alpuente, y en los últimos años se han ido sucediendo la del nuevo barbarismo que reduce todos los conflictos a enfrentamientos étnicos, entendiendo que la etnia es un concepto propio del estado de incivilización de los africanos; la de las nuevas guerras, que defiende que ante la inoperancia de los estados se ha impuesto la hegemonía de los señores de la guerra; y la de la maldición de los recursos, que lo reduce todo a la codicia de los individuos, acompañando la explicación de una regla de tres simple, “a más recursos, más probabilidad de padecer guerras”. Salta a la vista que las explicaciones son de lo más reduccionista y que como señalaba el politólogo Fernando Díaz Alpuente “la violencia tiene que ver con el contexto histórico, social, político, económico y cultural de una sociedad”. Es decir, una visión que debe tener en cuenta muchos más factores. Sin embargo, es cierto que esas explicaciones mucho más inmediatas, menos complejas y más incompletas son la excusa perfecta para la acción de los “dueños” de la paz, o en palabras de este experto “el complejo de la paz liberal”, formado por elementos como instituciones financieras internacionales, estados, instituciones internacionales de desarrollo o grupos especializados en pacificación.

Occidente tiene la receta de la paz, no hace falta saber de dónde viene el conflicto, a quién enfrenta, cuáles son sus motivaciones, cuál es la posición de la sociedad…, no hace falta saber nada porque la guerra es siempre igual y la paz se “impone” aplicando una sencilla receta que monopoliza occidente. Para ese “complejo de la paz liberal” la paz es un proceso técnico y un trabajo apolítico. Es curioso, pero ni siquiera hay una técnica que sirva a todo el mundo para dejar de fumar, y ese “complejo” se empeña en tener una única receta válida en todos los casos para imponer la paz.

La receta mágica
Díaz Alpuente hacía una sencilla explicación de los pasos de esta receta. En primer lugar, “hay una dimensión militar que consiste en interponerse entre los contendientes para impedir (físicamente) el enfrentamiento”, sin pensar que eso no resuelve el conflicto, sino que genera una situación de “ni guerra, ni paz”. El segundo paso es la dimensión económica que permite que “empresas extranjeras se encarguen de reconstruir los estragos de la guerra” (huelga decir que al hablar de empresas extranjeras se hace referencia a empresas occidentales). Y por último, hay una “dimensión institucional”, la paz se hace como por arte de magia cuando se impone una “democracia formal” que a menudo, hace por ejemplo que los bandos enfrentados se repartan el poder, al margen de su actuación en el conflicto.

Ironías a parte, es evidente que “las intervenciones se supeditan a intereses extranjeros”, como comentaba este politólogo y que habitualmente se priman las soluciones militares. Por otro lado, el reparto a diestro y siniestro de esta receta universal para la paz obvia las iniciativas locales arraigadas en el territorio impulsadas por los propios protagonistas y que sí que tiene como objetivo resolver el conflicto y no “imponer” la paz. La conclusión de Fernando Díaz Alpuente es lapidaria: “Los africanos saben resolver sus propios conflictos, sólo necesitan que la combinación entre los factores locales y globales les sea favorable a ellos y no a los que se benefician de la guerra”.

El ciclo de conferencias continúa el miércoles 22 de febrero con una charla de Jordi Tomàs que es antropólogo e investigador del Centro d’Estudos Africanos – ISCTE de Lisboa sobre “Estado-nación” en África. Será a las 19 horas en el Centre Cívic Urgell (c/Compte d’Urgell, 145).

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